· Especialistas del Centro INAH
Yucatán han recabado información relevante sobre 14 sitios periféricos a la
urbe maya de T’hó, de los 223 registrados en la ciudad capital de esa entidad
· Cerca de 180 piezas, obtenidas en las
excavaciones, integran la exposición T’hó. La vida prehispánica en Mérida, en el Museo Regional de Antropología. Palacio Cantón
Mediante tareas de salvamento arqueológico,
con las que se da seguimiento a obras de infraestructura urbana y de servicio,
especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en
Yucatán, han podido recabar información relevante sobre 14 sitios periféricos
de los 223 que se tienen registrados en torno a lo que fue T’hó, la antigua
urbe maya que existió en lo que hoy es el municipio de Mérida, en Yucatán.
Aunque
desde la década de los 70, el INAH está en estrecha relación con el municipio,
de 2002 a la fecha, los arqueólogos del Centro INAH Yucatán han realizado más
de 100 salvamentos arqueológicos al norte, nororiente y poniente de Mérida,
conforme al Plan de Desarrollo Urbano de ese ayuntamiento.
Dicha labor se ha
efectuado de acuerdo con la norma vigente en materia de patrimonio cultural. Derivado de esta
tarea arqueológica en algunos
casos —dado su estado de conservación y
dimensiones— ha sido factible dejar expuestas estructuras prehispánicas en las
áreas públicas de los nuevos espacios urbanos.
Se pueden mencionar
los parques arqueológicos: Dzoyilá, las
Tumbas o Parque Bodas de Plata, Chen Hó, El Cerrito, Parque Arqueo-botánico
Anicabil; Xanilá, en Ciudad Caucel; Soblonké, en Gran Santa Fe; Xoclán, Villa
Magna I, II y III, La Joya Opichén, Girasoles de Opichén y Hool. También existen otros sitios en los parques del fraccionamiento Las
Américas, Lineal Metropolitano, Country Club y en el Científico Tecnológico de
Yucatán.
A partir de los datos asentados en
los informes arqueológicos de cada uno de los salvamentos efectuados en un área
que cubre mil 500 hectáreas, se tiene ahora un panorama más amplio de la
evolución de la dinámica social de estos espacios habitacionales a lo largo de
casi dos milenios, desde el periodo Preclásico Medio, hacia 900-800 a.C., hasta
el Clásico Tardío, alrededor de 900-1050 d.C.
De acuerdo con Luis Raúl Pantoja Díaz, coordinador del Proyecto
Arqueológico Región de Mérida (PARME), programa que se estableció en 2004, “no
toda la población fue homogénea, había patrones específicos para los aspectos
funerarios y rituales, así como para el sistema constructivo y el uso del
espacio.
“En algunos sectores hemos notado que la presencia de agua fue un
detonante importante y se desarrollaron técnicas de captación y almacenamiento
de agua. La arquitectura doméstica también se transformó, en periodos tempranos
fueron casas de planta circular, menos elaboradas y tiempo después la forma del
terreno se hizo rectangular.
“Lo anterior sucede también con
los patrones de enterramiento, de consumo y uso de herramientas líticas, por
ejemplo, se extendieron las redes de comercio, de modo que incluso encontramos
obsidianas que viajaron por una ruta marítima, entrando por el río Motagua
hasta el mar Caribe y por la costa caribeña”.
Esta complejidad inserta en la vida cotidiana de los antiguos mayas se
muestra en la exposición T’hó. La vida prehispánica en Mérida, que se presenta en el Museo Regional de Antropología.
Palacio Cantón, en Mérida, mediante cerca de 180 piezas inéditas, elaboradas en distintos materiales
y obtenidas en las excavaciones:
objetos cerámicos, de jadeíta y serpentina, concha y hueso.
En
la colección sobresalen figurillas de cerámica en las que quedaron modelados
los rostros de los antiguos pobladores e incluso rastros de enfermedades y
deformaciones. También se observa cómo el maya común emuló el lujo de las
clases altas, por ejemplo, hay collares de estuco de cal que imitan conchas;
además se exhibe el Vaso del Señor de Sitpach, el cual posiblemente fue traído
de lejos como regalo para un cacique, o bien, las figuras pueden estar
representando a sus propietarios.
La transformación de la vivienda
maya ocupa un espacio importante en la exhibición, diversas recreaciones
muestran al público la conformación de áreas habitacionales que originalmente
se edificaron con materiales perecederos y otros, los menos, eran de
mampostería. Los arqueólogos del INAH han ubicado áreas de molienda, talleres
de extracción de materiales, de vivienda y de enterramiento.
En
la casa, como explica Luis Pantoja, el maya iniciaba y concluía su ciclo vital,
de ahí que los ritos funerarios sea otro de los aspectos que aborda la
exposición.
Además de la recreación de un
entierro en cista, es decir, en un espacio cavado y delimitado con losas de
piedra; en vitrina se pueden ver vasijas que contenían las osamentas de
infantes, y otras donde se hallaron restos cinerarios con una rica ofrenda.
Algunas de las urnas funerarias, que quizá contenían los restos de ancestros,
fueron importadas o replicaban estilos de otras grandes urbes mesoamericanas
como Palenque o Teotihuacan.
T’hó. La vida prehispánica en Mérida explica también las distintas fases que
componen el trabajo de salvamento arqueológico, desde la prospección que se
hace en los terrenos para ubicar las áreas con potencial arqueológico, la
excavación, el registro y control de materiales que permitirá su posterior
análisis y la comprensión general de contexto, hasta el proceso de restauración
de las piezas para su presentación al público.
El titular del PARME detalla que con
base en los hallazgos, no todos estos sitios fueron parte del área de
influencia de T’hó, “quizá compartían el territorio, donde T’hó fue el lugar
hegemónico en un lapso importante, pero basándonos en la presencia de glifos
que hemos ubicado en algunos de los sitios, sabemos que hubo poblaciones
autónomas en un momento de su historia, que no dependían de esta capital maya”.
Los vestigios de pirámides, que
llegaron a medir de entre 6 a 12 metros de altura, y que conformaron espacios
cívico-ceremoniales, ayudan a deducir también cuáles fueron algunos de estos
sitios rectores.
Al
nororiente, en la comisaría de Sitpach donde se ha trabajado una amplia área,
se encuentran Oxmul, Polok Ceh, Cuzam, Tzakan y San Camilo, entre otros. Hacia
el poniente de Mérida es posible mencionar a Soblonké y Tsunum Opichen; y al
norte Xcunyá y Tamanché.
Tras referir que el salvamento arqueológico es un trabajo a
contrarreloj, el arqueólogo Luis Pantoja dijo que no obstante que muchos de los
sitios explorados corresponden a unidades habitacionales, sin elementos
rituales o arquitectura monumental, “hemos tratado de divulgar la importancia
del patrimonio cultural edificado, sobre todo del patrimonio arqueológico.
“Buscamos que la gente comprenda que donde ahora habita hubo ocupaciones
tiempo atrás, y que ahora re ocupa ese espacio que siglos atrás se consideró
idóneo y fue parte de un pasado glorioso”.
T’hó. La vida prehispánica en Mérida permanecerá hasta mediados de mayo próximo en
el Museo Regional de Antropología. Palacio Cantón (Paseo Montejo 485). Horario:
martes a domingo, de 8 a 17 horas. Costo: 56 pesos. Entrada gratuita a
estudiantes, docentes, pensionados y adultos mayores con credencial vigente.
Domingo entrada libre a todos los mexicanos. Servicio de visitas guiadas,
previa cita al teléfono: 9230557.
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